Parece mentira, pero a estas alturas de mi vida tengo más dudas que certezas, cuando la línea de sombra quedó allá atrás tiempo ha. Y casi todas mis dudas son personales y sociales: dudas vitales, casi existenciales. El deseo irrefragable de cambiar mi vida de cabo a rabo. A veces de perderme, desaparecer y buscar una tranquilidad anónima, que despierte cada mañana feliz de estar ahí y dedicarme a ver pasar la vida a su lado, nada más. Aunque otras veces me apetece luchar, enzarzarme en guerras de conquista, en peleas sociales y en huir hacia delante, hacia otro estadio de mi vida.
En la parte personal, la decepción está dejando paso a la indolencia, a la aceptación de la derrota como modo de vida. De la felicidad perdida, de los trenes que se fueron y de las personas que acaban olvidándote, o a las que tú acabas olvidando. Quizá para que no duela más. Siempre la cabeza saliendo en la madrugada a buscar al corazón, borracho y lloroso, tirado en la puerta de un pub.