Santiago de Compostela

en

Campus stellae, campo de estrellas. Hoy, que estoy un poco más borracho que de costumbre, un poco más melancólico de lo aconsejable, me ha dado por recordar. Aparte de recordar a mujeres con ojos color de mar embravecido a las que nunca les escribiré en la espalda «fui yo», me he acordado de mi único viaje a Santiago, en la inmejorable compañía de Antonio J. Y de cómo me enamoré de esa ciudad vieja, sabia, triste. De cómo soñé perderme con un amor imposible y malgastar allí mis días entre versos y ron y madera.

Es que hoy te echo de menos.

casablanca[1]