Cuando la conoció
se enamoró de su alegría
pero pensó:
«esas chicas no se fijan en tipos como yo».
Tenía razón.
Pasó el tiempo,
volvieron a cruzarse sus caminos
como paseantes ebrios.
Él recordó su alegría,
anheló formar parte de su vida
minuciosa, recreada cada noche.
Pero pensó:
«esas chicas no se fijan en tipos como yo».
Tenía razón.
Más tiempo,
más camino,
más decepciones y olvidos.
Pensó:
«los tipos como yo no debemos fijarnos en chicas como ésa».
Tenía razón