Me gusta más el oficio de tinieblas, en el cual vamos sumiéndonos lentamente en la oscuridad, pero nuestra santa madre iglesia ya no lo practica. Así que me consuelo con esta semana que se apaga, por fin.
Me mantengo a flote, principalmente sustentado de lenitivos presagios, de que pronto se acaba gran parte de mi responsabilidad como profesor, y me quedan menos frentes en los que centrarme. Pero sigo perdido. He abandonado la intensidad en muchos frentes, y no veo la manera de recuperarla. No veo forma ni motivos para recuperar ganas, ilusión, deseo, pasión… Simplemente no quiero nada, no saber nada de nadie y dejar que el tiempo se vaya disolviendo en el café. A veces ya no quiero ni siquiera escribirte en la espalda «fui yo«.
«Mis manos son de tu color, pero me avergüenzo de llevar un corazón tan blanco