- Sí, esto es para ti.
- No, no es un error. A mis ojos, a mi corazón, eres perfecta. Estar a tu lado sería, a ciencia cierta, ganarle la batalla a la soledad. No tengo ninguna duda.
- No, nunca sabrás quién soy. Quizá sospeches, pero mentiré, aunque desgarre mi corazón al hacerlo, y nunca te diré quién soy, por qué he hecho esto. Sólo te quedará la duda razonable. Tan solo prometo, si alguna vez duermo contigo, escribirte en la espalda “fui yo” mientras duermes. Lo prometo.
- Sí, sé que me equivoco contigo, pero
- no, sé que no me equivoco contigo. Aunque me duela.
- Sí, pienso que eres perfecta, pero nunca me atreví a decírtelo. Tampoco te dije que te amaba, que te amo.
- Sí, sé que he hecho mal escribiéndote esto, pero no podía hacer otra cosa; tengo las manos atadas, el corazón atado, la vida atada, y sí, creo que soy un buen tipo, que hay en mí más de lo que parece.
- No, no sé si me lo perdonarás, aunque sigas sin saber quién soy.
- No, no tienes que preocuparte por ti. Por esto. Ni siquiera por mí. No te molestaré.
- Sí, seguiré amándote en silencio, en soledad.
- Sí, desde hace tiempo soñaba con dormir contigo y abrazarte; sólo con eso hubiera tenido bastante porque
- sí, al primer minuto de conocerte sabía que valía la pena pasar vida y media contigo.
- Sí, creo sinceramente que podría haberte aportado algo, y
- sí, sinceramente hubiera dado mi vida por hacerte feliz. La daría. La daré.
- Sí, creo que vales la pena, que eres maravillosa, que me completas y que eres mi luz y mis noches.
- Sí, me encanta tu risa, tu pelo, tu amor por todo lo que haces. Me encantas toda tú.
- Sí, sé que no sientes lo mismo, pero no puedo hacer nada salvo sentarme a las puertas de tu corazón y asediarlo, esperando que te rindas o me mates de una vez por todas.
- Sí, sé que me matarás o me dejarás morir.
- No, no tengo forma de saber si esto te llega o no.
- Sí, puedes tirarlo o darlo o destruirlo. U olvidarlo en un cajón.
- No, sinceramente creo que nunca leerás esto, pero
- no me importa. Bueno,
- sí me importa pero asumo que las cosas no salen como uno desea sino como salen. C’est la vie
- No podía hacer otra cosa. Lo siento. Es un rollo de supervivencia, ¿sabes?
- No te dije nunca que te amaba, y lo siento, aunque
- sí, debiera haberlo hecho, pero
- no hubiera servido de mucho. O
- sí, ¿quién sabe?
- No, no sabes y nunca sabrás que soy un caballero, que todo esto es la verdad, mi verdad.
- Sí, soy un romántico empedernido y
- sí, sé que me equivoco en muchas cosas;
- sí, sé que he dicho antes lo de que me equivoco.
- No, no pierdo la esperanza, porque sin ella
- no, no podría vivir de la misma manera que
- no, no puedo vivir sin ti y sin embargo
- sí, lo hago, vivo sin ti con el corazón roto.
- Sí, siempre estaré ahí, aunque tú no lo sepas y
- sí, me olvidarás, olvidarás estas letras y esta confesión de mi corazón roto. Pero
- sí, valdrá la pena, al menos para mí desvencijado corazón. Ganaré por el color del trigo.
- Sí, a mis ojos eres perfecta y
- no, aún no le he ganado mi batalla a la soledad.