Confesión

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Llevo una buena temporada en el fondo. Lo sé porque no paro de ver peces a mi alrededor que me miran con cara de pez. Llevo bastante tiempo así, perdido en el fondo, sin ganas de pelear.

JOHN WAYNENo obstante, ayer tomé una determinación. Otra arrancada de las que salpican mi vida, esas oleadas de furia, de rabia, de sentido común que me asaltan periódicamente. Tengo que retomar mi carrera profesional, que en medio de este marasmo generalizado tenía en modo subsistencia. Así que voy a poner toda la carne en el asador, voy a seguir mi manual, ése que me conozco a la perfección  y pese a todo no sigo. Además, ésta puede que sea una de las últimas empresas que acometo, académicamente hablando. Ya va siendo hora.

Al cabo de tanto camino, parece que profesionalmente, laboralmente, ha sido uno de mis pocos aciertos vitales. Estoy donde estoy y soy lo que soy gracias a mi trabajo, que se ha convertido en la piedra angular que me sostiene, económica, moral y casi espiritualmente. Es un refugio seguro y efectivo.

Esta arrancada implica blindar ciertas partes, cauterizar ciertas heridas para que no duelan en el camino tortuoso que me espera. Voy a amordazar mi parte personal, mis ciertos sueños y esperanzas que me han hundido últimamente, para que no suenen en medio de la batalla. No hay otra opción; no es que dé la guerra por perdida (lo razonable sería rendirse, pero nunca he sido demasiado razonable), pero cierro los frentes que me lastran. No voy a pensar en ellos: voy a arrastrar mi lastre hasta la próxima trinchera.

Harrison-Ford-as-Deckard-in-Bladerunner-blade-runner-8229942-2560-1741Cuando esto acabe estaré más lejos. En otro sitio vital. Entonces se reabrirán las viejas heridas y volveré a darme un paseo por el otro lado, preguntándome qué hago tan lejos de donde quería estar. Pero ya llegará; ese momento ya llegará y lo torearemos como podamos.

Aunque es verdad que necesito una luz en la oscuridad. Demasiado tiempo caminando sólo con la brújula, solo en la oscuridad, tiempo que enerva y agota. Tan sólo una señal, dos migajas de esperanza para poder caminar algo más alegre. Seguir sin ella es duro.

Y, ya para finalizar, necesito confesión. Alguien a quien vomitarle lo más oscuro de mi corazón, sólo para ver si así esto se hace más llevadero. Pero es lo que tiene no tener fe: que no encuentro confesor.

Seguimos en la brecha.