De rostros y corazones

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Soy un tío muy raro. Voy por el mundo, conozco mucha gente.

De vez en cuando veo en alguien, en alguna mujer, un gesto, una palabra, una caída de pelo, una risa… algo que la hace interesante a mis ojos. No suelo fijarme demasiado en si están buenas o no, si son guapas o si tienen dinero. Necesito ese gesto, ese pelo, esa risa para preguntarme por ella.

Y, en ese momento, empiezo a preguntarme si le gustará leer, qué música oirá, si se podrá hablar con ella y le gustarán los atardeceres, si conocerá «El principito», o «Beautiful Girls», si sabrá qué es «Rojo y negro», o cuál es su lado de la cama, como canta Andrés Suárez. Si vivir a su lado sería divertido, reír y conocer otros mundos. Busco comunión, tranquilidad, paz. No me fijo en sus tetas o en si quiero follármela y todo eso. Ya os digo que soy un tío muy raro.

Así que voy por el mundo intentando conocer a gente que valga la pena, que me aporte algo a este vacío cascarón en que me he convertido. Perdido mientras busco la paz.

No es extrañéis si me veis triste, con la mirada perdida. Muchas veces es por eso, tan sólo necesito hablar un poco