Corriendo por el mundo

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Salgo a correr 3 ó 4 veces a la semana. Llevo haciéndolo desde hace unos 3 años, en los que coincidió un lamentable estado de salud junto con un hundimiento personal (sería la crisis de los 40).

Nunca voy a carreras populares. Suelo salir a correr solo, oyendo mi música triste. Cada vez que salgo cojo a dos o tres fantasmas, de ésos que se me aparecen por las noches, o de los que viven en mi interior, o de los que vienen cuando cierro los ojos, y me los llevo a correr. A que les dé el aire, a hablar con ellos. A pensar en esos rostros, en esos cuerpos que no tengo, a soñar despierto. A soñar con escribirle «vuelve» en la espalda aunque sólo sea una vez en mi vida, para que se queda a un beso de mí. A limpiar un poco mi mente y mi alma, o al menos conseguir un poco de paz durante un rato.

Otras veces corro. Sólo corro. De vez en cuando me giro a comprobar que no me sigue ningún fantasma.

Dice un proverbio keniano que puedes escapar de aquello que te persigue, pero no puedes escapar de lo que corre dentro de ti.

2013-12-22 13.40.43