Llegan las Navidades

en

Y no hay nada como una visita de la Turbe para que me dé una colleja y me devuelva a la realidad. Es una tía de la cabeza a los pies; tendré que echarme unas absentas con ella, que aún no ha habido lugar. Gracias, Reyes 😉

Y poco más. Pese a la realidad, sigo errado. Sigo sin conseguir enfilar el Norte, sigo ansiando perderme para toda la vida en Berlín junto con mi alma gemela. Pero lo que no puede ser, no puede ser. Y además es imposible.

Además, creo, sé, a mi manera de entender el amor, que el problema está en mí. Acabo idealizando en las personas que no conozco, en los rostros que amanecen en cada esquina, a la persona de mis sueños. Mi famoso amor a primera vista, que tanto falla. Mejor renunciar a todo y admitir las cosas como son, como deben ser.

Y aún así me quedaba esperanza en el fondo del corazón. Aunque, como el polvo de hadas, cada vez queda menos. Estoy abocado al olvido, al desahucio. A vivir sin esperanza.

¿Alguien se viene de concierto el 28 de diciembre? Sí, sí, de los míos, de ésos de cortarse las venas, pero entre amigos.

BerlínLa foto es de Berlín, por la canción, pero últimamente me va más Nueva York. De tu mano, solos, sin pasado ni futuro. Sólo el momento, el hoy.