BSO

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Una de las grandes ventajas de mi trabajo es que no hay dos días iguales. Los marrones, de todos los tamaños y colores, dan una variedad que ya quisieran muchos para sí. Además,por suerte, tengo bastante control sobre mi trabajo y, haciendo equilibrios, puedo tener una agenda repleta pero con cierta libertad.

A lo que iba: hoy he ido a Burjassot, a recoger un par de papeletas de lotería de una persona que no tiene tanta libertad, tanta suerte como yo (laboralmente hablando. De la otra ya es cuestión del sistema de referencia).

He paseado por calles de esa ciudad, pequeña, humilde, a ratos Ítaca. Oyendo música en los auriculares: Los Secretos, Andrés Suárez, Quique González, Los Madison… De alguna manera iba viendo una especie de videoclip de mi vida, la música, aquellas calles que me traían viejos recuerdos, sueños rotos de los que encuentro a veces algún pedazo y duelen otra vez…

La banda sonora de mi vida.

Tengo toda la música de la banda sonora de mi vida. Tan sólo faltan los escenarios, las imágenes… Aún no las tengo, aún no estoy contento con mi vida.

Estos días me está dando por pensar. Creo que estoy equivocado. Otra vez. Como siempre. Equivocado: no vale la pena luchar. Nada es lo que parece, nadie es quién parece.