Sigo esperando que llegue el frío de verdad, mientras llevo unas semanas locas de trabajo, sin avizorar tierra ni esperarla.
Se abren encrucijadas, preguntas que ni quiero ni debo responder, y sigo con la misma inercia de siempre, escondiéndome de las obligaciones, lamiendo las heridas, los errores, mientras el peso en la mochila que me hunde ya ni siquiera me importa. Cada vez quedan menos ganas de universos alternativos, con todo lo que yo he sido.
¡Qué entrada más rara me ha salido hoy! No era esto lo que quería poner, quizá mañana…