Éste es ya mi último consuelo: conseguir algo de tiempo, con la esperanza de que pueda dedicarlo a mí, que cada vez me tengo más abandonado.
Ya no es cuestión de nada: es la rendición ante la inexorabilidad de la vida, ante el haber tomado unos trenes, perdido otros, y estar en la estación que no te gusta, que no te llena, pese a dedicar todos tus esfuerzos a llegar a ella.
La vida es como ir en bicicleta: una vez mantienes el equilibrio ya no puedes parar.