Cuesta demasiado llegar a fin de mes, sobre todo cuando el ánimo escasea tanto como lohace en estos tiempos. Así que a las noches insomnes se unen pesadillas, y es hasta justificable que uno no tenga ganas de nada. Pero sobre todo de nadie. Que uno no tenga ganas de tanto facineroso, de tanto irresponsable, de tanto engreído que se golpea el pecho mientras sus actos lo delatan como un profesional zarrapastroso, incompetente y egoísta. Estamos rodeados y no hay que buscar culpables más allá del espejo del baño.
Espero que algún día el tiempo o la fortuna, que es una puta caprichosa, nos ponga a todos en nuestro sitio. Y hablando de putas, todavía busco a la puta de buen corazón, lost in translation.