Mañana vuelvo a la rutina, cenagosa, al tráfago inefable que me agota a diario y que, sin embargo, añoro como quien añora el olor a napalm por las mañanas en las selvas de Vietnam.
Ahora sigo añorando, sigo desando, sigo esperando. Sigue la decepción, sobre todo conmigo mismo, por no perseguir mis sueños hasta morir en el intento, por ser tibio y cobarde.
Media noche, media vida, todo pasa muy deprisa y tan sólo quedan recuerdos dolorosos para noches insomnes. Y sigas sin saber lo que es amor.