Espero que esta semana sea la última, y me centre un poco más, después de apagar todos estos incendios sociales que me enervan hasta dejarme inerte, yerto, exangüe. Y luego la tarea de ablandar el ladrillo: montar una infraestructura de Big Data y demostrarme a mí mismo que todavía puedo ser algo.
En lo personal, el vacío, la derrota, ese abandono de toda esperanza que deja en manos del oficio la defensa de la plaza según las ordenanzas. Nada de esperanza en el horizonte.