Quizá algún día consiga sacar algo de mí, pero por ahora la cosa está grave. Quizás podría ser una leyenda, pero me encuentro los más de los días (¿será correcta esta expresión?) pidiendo confesión para poder abandonar este mundo que por momentos me avasalla y atropella.
Siempre estoy igual, sin poder acallar este rayo que no cesa, esta guerra infinita que nunca acaba y que últimamente se me hace insoportable. Y, para rematarlo, este país da vergüenza y no no mantiene precisamente alta la moral de las tropas.
Bienvenidos al mundo real, bienvenidos a mi mundo.