De esta no me salva ni dios

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Venía anoche pensando, tras acabar casi toda mi semana, a eso de las 10 de la noche. Con una semana intensa, larga y dura, extenuante. Así que, en la soledad de la noche, con la música del coche (Andrés Suárez, cómo no), con luces y sombras y cansancio, empecé a advertir el alcance de mi derrota.

Con tantos años a cuestas, a veces ya demasiados; con los sueños totalmente destrozados, sin ninguna esperanza de nada, ni personal ni vital. Sin ilusiones. Tan sólo pelear día tras días contra el mundo que no ceja en su empeño de llevarme la contraria. Anoche me vi muy pedido, muy desilusionado, muy cansado. Con el corazón ya no desfallecido sino muerto. ¿Desesperación o locura? Supongo que desesperación, pues sólo veo el fin más allá de mi horizonte.

Necesito que me salven, necesito ser salvado, por primera vez en mucho tiempo.