Robo unos minutos, esta vez incluso con remordimientos, para dar señales de vida. Llevo unos días locos, intensos y desordenados, por mezcla de asuntos personales y laborales. Deteniendo (tarde, mal y nunca) la avalancha que se viene encima y apagando los fuegos en todos los lados, que el fuego es mucho y pocos los bomberos, como decía la Biblia (igual no era así).
Necesito pasta, mucho dinero para comprarme el olvido o los sueños, aunque sé que la mejor manera de conservar los sueños es no cumplirlos. Más que nada, para no llevarme más decepciones.