En plena guerra nacional, en pleno rescate y en plena eurocopa, a veces uno se encuentra con una realidad vital que es peor de lo que esperaba. Me ha costado mucho darme cuenta de los errores cometidos. Darme cuenta de lo que ciego que estuve, del dolor que causé. De la añoranza, de la esperanza perdida.
Aunque a veces la realidad te da la razón por un lado, y te hace pensar aún más en los errores cometidos. Me lamento no haber sido capaz de darme cuenta, de haber evitado todo. En fin, estaba ciego, loco, enamorado. Me equivoqué.
Y yo que me preciaba de conocer cómo eran las personas, me equivoqué. Ahora poco a poco todo va aclarándose, veo lo que no vi. Nada es lo que parece. Y mi rollo de supervivencia, esa huida para salvarme y recobrar el equilibrio, ha servido además para descubrir que me equivoqué profundamente, y pese a ello no era el culpable. Ya no sé si fue fraude, ceguera o error.
En fin, todos tenemos momentos de decepción, de clarividencia. Hoy ha sido el mío.