Quizá es porque, en la soledad, la melancolía sale a pasar por el despacho, con esta luz moribunda que el sol se empeña en estropear.
Porque pasas recuento de la bilis y la semana y el olvido, porque decides seguir adelante con todo cuando ya no quedan razones. Porque te acuerdas de todos tus errores y el dolor, el que causaste y el que te causaron. El esfuerzo baldío, los ojos ciegos.
Ya lo ves