En malas manos

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A veces cometo el error de poner Radio5TodoNoticias. Desde que dejó de ser una cadena de noticias y pasó a ser una cadena de opinión, la cosa hizo agua. Si me tiran de la lengua, también se hizo aguas, mayores y menores, en parte de sus oyentes. En estos días inciertos (mientras espero que llegue el 20 de abril), no hay un periodista ni medio de comunicación independiente. Todos están apesebrados, vendiendo sus favores al mejor postor, a los de su cuerda, haciendo de su medio altavoz de unos intereses o una ideología.

Así que es inevitable oír a políticos en la televisión o en la radio diciendo las mismas sandeces y mentiras una y otra vez, con el convencimiento de que una mentira repetida hasta la saciedad acaba conviertiéndose en verdad. Al menos para aquellos que no piensan, que han perdido su capacidad de crítica; que deben tomar argumentos «pret-a-porter», preparados y digeridos por su ideología, para poder discutir en la barra del bar.

Tenemos políticos que serían la vergüenza de la Unión de Estados Africanos, pero es que los ciudadanos no exigimos más. Somos incapaces de criticar, exigir y, llegado el caso, tomar las acciones físicas, químicas o metafísicas para echarlos del poder y reclamar lo que es nuestro. Así que hoy, cuando he oído a alguien de PP hablar cómo la reforma laboral nos va a sacar del agujero, sin dar argumentos ni cifras ni nada, sin responder a las preguntas capciosas que le hacía  el presentador y soltando la misma letanía insulsa, sin sentido y demagógica, he acabado poniendo M80. Mejor no pensar. Si pienso, igual agarro una escopeta y me llevo a media docena por delante. Media docena de hijos de la gran puta que viven a costa nuestra.