Cansado, con el papelón de dar la clase de mañana sin saber, es estar horas, qué decir. Y lo que es peor: sin ganas de saber qué decir. Este post se iba a titular «Sin ti no soy nada» o «La fiel infantería», y al final se queda bastardo, sin título ni padres. Rumiando mi tristeza y mi tristeza y mi cansancio y mi ineptitud y mi desgana. Creo que no queda nada bueno en mí, no siquiera el vacío.
Hasta ahora era mi honor y mi decisión plantarme en vanguardia a aguantar las cargas de la vida. Ahora es mí deber.
P.D.: No hay novedades en la última frontera. Nadie ha pasado al otro lado desde la última vez