Volviendo al camino

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Nunca debí dejarlo, pero escogí camino sin corazón y aquí estoy. de nuevo con el corazón roto, desfallecido.

Aunque ya no importa. Todas mis decisiones están tomadas de hace tiempo, y mi cabeza no para de decirme quién vale la pena y quién no, a quién debo dejar y a quién no. Lo tenía, lo tengo claro desde hace tiempo.

Se acerca ya el momento de soltar lastre, de partir, de acabar con el corazón (o con la ausencia de éste), de poner las cosas y a la gente en su sitio.

Partir hacia lejanas tierras, donde nadie nos conozca, donde el pasado sólo nos atenace en las noches frías, solitarios y beodos, sin nadie al lado. Sin nadie que te destroce el corazón en cada piedra, sin nadie que no merezca la pena.

La victoria es mía, siempre lo fue aunque nunca lo supe. Pero ahora sí. Ahora, el dolor, la indiferencia, el egoísmo, la traición, la tibieza, la cobardía, la doblez, la iniquidad, todo ha limpiado mi corazón y mi alma y cierro las puertas definitivamente la esperanza. Huyendo otra vez de mí.

La cabeza me pide paciencia, y la tendré a la fuerza, pero esta vez haremos lo que debemos con todo y con todos. Debí haberlo hecho mucho antes, no debí haberme equivocado y perseverar en mi error, y no debí, nunca debí hipotecar mi corazón. Sólo necesito fuerzas para aguantar unos pocos meses más.

Por cierto, nadie va a entender lo que he escrito, aunque crea que sí. Habrá sorpresas, y todos tendremos lo que nos merecemos.

Bye.