Hoy le he estado dando vueltas a mi vida (figuradamente, claro). Subir y bajar solo en el coche, oyendo Kiss FM (debilidades a las que a uno contagian y luego ya no hay remedio) te da tiempo para pensar, para recapacitar. Para analizar cómo se comportan las otras personas a mi alrededor, cómo afrontan su vida, cómo y qué esperan de la vida, de su vida, cómo intentan cambiarla o mejorarla o manipularla (la idea: un comentario de M&Ms. Gracias, mil gracias. Me teñiré el pelo y besaré a una rubia, si se deja).
He pensado mucho. Sobre ellos, sobres ciertas personas importantes en mi vida. Las he analizado lenta, pausada, fríamente. Algunas no han salido malparadas, otras han quedado peor, pero hoy no hablaré sobre ellas.
Hablaré sobre mí.
Yo. Ego’s Power (te lo pido prestado). Un análisis sobre mí, sobre mi actitud, para darme fuerzas y moral y razones para seguir adelante.
He tenido mucha suerte en la vida, nada me ha sido fácil. He comido pan de muchos hornos, he visto cosas que vosotros no creeríais. He peleado hasta la muerte cuando todo estaba perdido, nunca he cejado en perseguir mis sueños, he diseñado mi vida con cabeza (sin corazón, eso sí, y ya sabemos qué pasa con los caminos sin corazón). He amado y odiado, llorado y reído, ganado y perdido, luchado y descansado. He intentado ser leal, justo y consecuente. He llegado siempre donde me lo había propuesto, nadie me ha dado nada. Estoy aquí, así y ahora, porque así lo deseé. El que no me guste es algo circunstancial, como lo es el que ame a una mujer: Ítaca es lo que tiene.
Fue hermoso el viaje.
Ahora no estoy contento con mi vida, y no tengo decidido si la cambiaré o no; además, implica a otras personas y no lo puedo controlar.
Pero al menos lo intenté, peleé, luché por lo que quería en ese momento, lucho por lo que quiero ahora. Siempre traté, trato de gobernar mi vida, de buscar un rumbo. Nunca espero que las circunstancias, el azar, los demás me lleven hacia la infelicidad, el desamor, la desgracia. Lucho por mis sueños sin esperar nada de nadie. Y eso es más de lo que otros pueden decir de su vida. Hay que ser valiente para buscar la felicidad, y no todos lo somos. Somos cobardes, tenemos miedo, somos cómodos…
Así pues, hoy estoy ligeramente contento. Soy un halcón herido por las flechas de la incertidumbre, del desamor, de la tristeza. Pero soy un halcón llamado a las filas de la insurrección.
Seguiré luchando, al lado de quien quiere luchar por su vida.