Educar en valores

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Vivimos en una sociedad mojigata, descafeinada y que ha perdido totalmente el contacto con la realidad. Tantos ministerios de igualdaz, tanta violencia de «género», tanta solidaridad y tanta tele, como a don Quijote, nos ha secado el el cerebro, de manera que vinimos a perder el juicio.

No hay que dejar muy claro que estoy hasta los cojones de este mundo y, mucho más concreta y acerbamente, de este país mezquino en el que todos aplaudimos  a los reyes desnudos. Pero ahora tengo un hijo (y una hija) al que estoy empezando a educar, y al que en el colegio le están lavando el cerebro con su educación en valores. Como el acto por la paz y la no violencia. ¿Qué es eso de la no violencia? ¿No es paz? ¿O es que nos hemos vuelto gilipollas?

¿Que es es eso de no tolerancia, no violencia, no asistido? Algo bastardo del inglés. No asistido es sin asistencia, toda la vida ha sido así, o sin tolerar, o sin violencia. Tenemos muchas formas en español (aunque sólo las conocen quienes han leído algo alguna vez en su puta vida) de decir las cosas como para ir tomándolas prestados de los grandes americanos.

Pero me voy, así que vuelvo a los valores. ¿Qué valores pienso inculcarle a mi hijo? Difícil pregunta, pero la tengo muy clara. Justicia, equidad, severidad, honradez, egoísmo y supervivencia. Una mezcla de buenos deseos y voluntades controlados por un instinto asesino que no te deje fiarse de nadie. La paz es muy buena, deseable desde cualquier punto de vista. Y la solidaridad, y la honradez, e incluso la justicia. Pero si sólo crees en eso, si te han educado que con eso vas por la vida de manera adecuada y óptima, como Bambi, la llevas clara. La llevas clara cuando a las primeras de cambio cualquiera resabiado por la vida, mala persona o, simplemente, alguno con el agua al cuello, te meta todas tus buenas voluntades por el culo a la fuerza mientras tú pides paz, amor y pones la otra mejilla.

La vida es dura, injusta y puta. Y hay que saberlo y prepararse para eso, sin dejar de desear lo mejor. Desear lo mejor, esperar lo peor y tomar lo que viniere. Nos están enseñando a ser sencillos como palomas, pero se han olvidado de decirnos lo de ser prudentes como serpientes, algo que los cristianos, gente a la que respeto pero no comprendo pese a que alguno de ellos sabe latín, ya lo decían en Mateo 10,16. Y que vamos a ser ovejas en medio de lobos.

Estamos creando unas generaciones, vamos por la segunda, sencillos como palomas pero asimismo prudentes como palomas: imbéciles. Y en cuanto aparezca un halcón, alguien que te mete la sencillez por el culo o se limpia el suyo con ésta, la llevamos clara.  Lo dice Richard Dawkins en «El gen egoísta«. En Utopía, la estrategia óptima es ser paloma, siempre que todos los individuos lo sean; pero si existen halcones que no respetan las normas, esta estrategia es pésima, y los halcones se ponen gordos y bien cebados. La estrategia evolutivamente estable es ser un vengador: paloma entre las palomas y halcón entre los halcones, o ser bueno con los buenos y un cabrón con los malos.

Así que me limpio el culo con los valores actuales. Voy a intentar que mi hijo sea bueno con los buenos, malo con los malos y que aprenda a distinguirlos. En algún tiempo se llamó a esto ser una persona recta y justa. Ahora es imposible saber qué es.