Demasiado trabajo para ser funcionario, demasiado cansado y poca tranquilidad. Y hacienda, que somos todos, unos más que otros, me llama a capítulo. Y la desgracia golpea a algún que otro compañero y sin embargo amigo. Mi agenda parece ensangrentada de citas, reuniones y clases. Y sin embargo sigo adelante, con una sonrisa en el interior del cerebro.