Justo en estos momentos en que debía ser feliz se cumple ese dicho de «que la hora más negra es justo antes del amancecer». Pero no es así: la tristeza y la pena me asaltan de manera incontenible. Pero qué se le va a hacer, uno es deudor de sus errores, y a mí me toca pagar una vez más, por los míos y por de los demás.
A todo esto acompañan pesadillas curiosas. Mis pesadillas se dividen en 3 tipos: las del trabajo, poco comunes, las de los toros, muy habituales, y las de la mili, entre medio. Hoy ha tocado una de la mili. Me toca hacer la mili de nuevo, y yo llego tarde, no encuentro las botas, voy perdido, diciendo que es la segunda vez que hago la mili y con miedo a que me arresten.
Cada vez deseo más perderme en Venecia para toda la vida, para toda la vida.