Por motivos en cierto modo ajenos a mí, hoy me he recluído en casa, no contesto al teléfono y he estado resolviendo algunos problemas antiguos y enquistados, he estado revisando mis aportaciones a la web.
He visto que ese blog ha ido decayendo en su número de entradas y, de manera impretendida, su calidad. Quizá sean los buenos tiempos, que la molicie nos ablanda, que las malas mujeres nos destrozan el corazón y hay que rendir bandera para no morir, para no vivir.
Hoy estoy esperando que cambie mi estado de acreditación, para bien y para mal (excelente canción de Antonio Vega). Pero cambie a lo que cambie será un encrudecimiento de esta guerra personal que tanto tiempo me ocupa y debilita, que ciertamente acabará conmigo. Ese reto inalcanzable al que llevo 6 años dándole caza sólo por vergüenza torera, por puro orgullo.
Y cuando todo acabe empezará todo, pero nada acaba nunca salvo nosotros.