Hace tiempo que no escribo. Todo se me viene encima y vivo inmerso en mi crisis personal, particular, monetaria incluso. Pero espero salir de todas ellas; sólo necesito un poco de fe, una dosis de buenas noticias.
Tenía muchas ideas, muchos post en la cabeza que se han diluido como lágrimas en la lluvia. Pero hace poco, bajando a Valencia, tuve que quitar, puede que definitivamente, Radio 5 mientras entrevistaban a alguien de un sindicato acerca de lo aberrante que era para la mujer que Pachá sorteara unas tetas con la entrada a la discoteca. No se puede ser más hipócrita.
Esos sindicatos, politicos, gobiernos, consejerías que se rasgan las vestiduras ante semejantes hechos, pero que siguen nadando en la corrupción, en el despilfarro, en la pompa y boato mientras satisfacen de la manera pésima las necesidades y los derechos del pueblo. Quizá si en vez de exigirles tanto a los demás se exigieran el diezmo a sí mismos esto andaría bastante mejor.
Porque, a fin de cuentas, los que van a esa discoteca son mayores de edad y, al menos legalmente, saben a lo que van. Ya sabéis aquello de quien no quiera paja que no vaya a la era. Y la ley permite las intervenciones de estética; no permite las drogas ni los matones como porteros, pero los políticos permiten esto último, de manera vergonzosa y ciega mientras prohiben las tetas por denigrante para con la mujer. Más denigrante me parece que las mujeres cobren menos que los hombres, pero esto no cambia. Más denigrante me parece la discriminación positiva, que a fin de cuentas es discriminación para todos. Para los hombres porque los discriminan ante personas menos preparadas que ellos, y para las mujeres porque sólo atienden al número como razón, y no a su mérito ni a su valía como personas y como criterio de selección.
Lo que hay que hacer es sortear cerebros a las puertas de la generalidad y del congreso, que buena falta les hace. Dinero no: que Dios no me dé, pero que me ponga donde «haiga».