A veces no puedo evitar ver la televisión; sobre todo cuando salen esas personas mediáticas: políticos, futbolistas, artistas, periodistas, opinantes, qué se yo. La idea me surgió cuando el club de fútbol de Valencia fichó a Villalonga, todos los hinchas histéricos, los medios siguiéndoles, una locura común para no llegar a ningún sitio de provecho.
Entonces yo me pregunté: ¿y si no les hiciéramos caso? ¿Y si un político, periodista o empresario montara el cirio corrupto que montan pero nadie les hiciera caso alguno? Periódicos y revistas que no se venden, programas que no ve nadie, actos públicos desiertos y un desdén popular por todo aquello que atufa y que no da beneficio a la sociedad.
Exigir a quien se le deba exigir responsabilidad, y si no echarlo (pienso en políticos, alcaldes y otros tipos de corruptos). Algo que se hace en la empresa privada, cuando es un bolsillo privado, y no el de todos, el que sufre. Y lo demás, todo es apacentarse de viento, así que le vayan dando. Viento, me refiero.
La sociedad del bienestar nos ha corrompido, nos ha hecho egoístas, orgullosos e insolidarios. Habrá que hacer algo.
O no.