Reflexiones en la madrugada de un sábado y lamentablemente, terriblemente sereno

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Que la vida es una puta mierda es algo que tengo perfectamente asumido. Al menos la mía. Lo que ocurre es que pasa el tiempo, y yo desperdicié demasiado en la dirección equivocada, persiguiendo sueños erróneos que resultaron ser meros espejismos en el desierto en el que acabó convirtiéndose mi vida.
Así que me hago viejo, y ya es tarde, ya no es posible. Tus sueños pasean muchas veces como espectros ante tus ojos; o alguien los cumple o te los cuenta, porque los han vivido, te los han usurpado con total impunidad, y a ti sólo te queda hundirte, sin dignidad alguna.
¿Qué hacer, qué decir? ¿Cómo convivir con tus sueños ya muertos y enterrados mientras no te resignas a hacerlo, mientras te aferras a la esperanza, vana y fútil, de que en algún universo paralelo tu alter ego sea puñeteramente feliz.
Siempre es tarde, siempre he hecho tarde y errado en mi vida, y aún así no me acostumbro. No me acostumbro.
Hoy es una noche con Enrique Urquijo desgranando el «Hoy no«, o Quique González declamando «De haberlo sabido«. Noche de música triste, whisky de malta y lágrimas contenidas mientras contemplas el vacío; el vació infinito que se abisma ante ti, que te avisa que tu futuro, que el resto de la vida que te vida que te queda va a ser un vacío absoluto, un terreno baldío y yermo sin sueño alguno que se burla de ti, ululando desdentado y decrépito. Todavía zahiere más el saberse descendiente de la nada, caminante que desvirtuó su Ítaca por ni siquiera aprovechar el camino, el viaje.
La nada, siempre la nada. El anhelo de lo imposible que corrompe lo cotidiano; que impide su disfrute y desvía la brújula. Sueños incumplidos que todo desvirtúan y mancillan, sueños cadavéricos que te ahogan noche a noche, noche tras noche.
¿Por qué, por qué? ¿Por qué no viví otra vida, en otro tiempo, en otro lugar? Otras madrugadas borracho entre mis sueños húmedos, sudorosos y malolientes. Otro universo paralelo en el que eres feliz, puñeteramente feliz.
Ahora es tarde. Siempre es tarde, siempre ha sido tarde. Ya no queda tiempo para escapar. Sólo queda mantener tu posición y huir hacia delante. Tan sólo en noches como éstas enciendes las piras funerarias en las que arden manojos, haces de tus sueños, que despides entre chispas de la lumbre, embriagado por el humo, con la inenarrable decepción de no haberlos cumplido, de haberlos abandonado.
De otros, serán de otros. Cómo no haber amado aquellos sueños infinitos. Podría escribir los versos más tristes esta noche. Podría escribir los versos más tristes cualquier noche.

No queda más remedio que reconocer, o tal vez no, que todo ha sido culpa mía. Que me equivoqué, profunda y sistemáticamente, y que no luché por conseguirlos. Que me rendí, y los rendí a ellos a la vez. Que estoy aquí y ahora por deméritos propios, como un espectro que deambula por entre los paraísos perdidos.
Como consuelo, sólo me queda el sospechar que, si estuviera al otro lado de mis sueños, estaría igual de decepcionado, anhelando la vida que llevo ahora.
Mi vida es una puta mierda, en este universo y en la mayoría de universos paralelos. Permiso para aterrizar, para perderme en mis sueños un par de días, en la cama, soñando despierto para siempre y por siempre.