Hola,
Johan Andsjö y todo el equipo de Yoigo:
He recibido una carta suya explicándome el cambio de tarifas y agradeciendo mi comprensión. Vaya por delante que no la tienen. Además, el hecho de recibir esta carta en mi casa me da derecho a la réplica, así que la voy a ejercer.
Me dice que cambian las tarifas porque con la oferta de llamadas a 0 cents/min. había unos desaprensivos que, haciendo legitimo uso de ella, les acarreaban muchas pérdidas y ahora donde dijeron digo dicen Diego, y aquí no pasa nada; agradecemos su comprensión.
Permítame que le diga que William Munny le diría que debía haberse armado cuando decidió decorar su salón con el cuerpo de mi amigo. Y yo le digo que si no previó eso es que tiene unos consejeros muy tontos e ingenuos, y que debe rodar cabezas en Yoigo. Y que de pequeño me enseñaron que uno es responsable de sus decisiones y debe arrostrarlas para lo bueno y para lo malo. Pero usted no ha hecho nada de eso, que por otro lado nos exigen a los pobres mortales. Así que todo esto, permítame que dude de la palabra de aquel que dijo verdad verdadera, todo esto apesta a campaña publicitaria para cazar adeptos, hacerles un contrato de permanencia y sujetarlos por los órganos genitales al uso. No me creo nada de lo que me cuenta.
No necesito llamadas ni cartas de explicaciones, porque lo suyo no tiene explicación. Me ha engañado y ha modificado unilateralmente un contrato, algo que los grandes al parecer tienen el privilegio de hacer, Usted y todo el equipo de Yoigo han perdido total e irremisiblemente mi confianza, y no me importa nada sus excusas: suenan a eso, a excusas de mal pagador.
Tengo su maravilloso contrato de permanencia gracias a su móvil, así que tendré que evaluar si me es más rentable quedarme en manos de gente que ya me ha defraudado y pagarles encima. Pero me queda el derecho a la réplica y a la pataleta, y el derecho a decirle que no tiene mi comprensión, que no lo creo y que me parece usted y todo su equipo una panda de apandadores con los mismos escrúpulos que el resto de compañías telefónicas.
Así que no me venga con cartas y comprensión. Parece que se le olvida que el cliente soy yo, y usted quien da los servicios, y estoy muy harto de que todos los beneficios siempre salgan de mis costillas, y sus errores, si es que alguna vez lo fueron, también salgan del mismo sitio.
No tiene mi comprensión, ni la tendrá. Y tiene mi contrato justo hasta el día siguiente que se acabe, momento en el que me cambiaré de compañía, posiblemente a aquella que me diga que me va a robar y me va a tratar como un tonto. Seguramente será la única que diga la verdad verdadera.
Rafa Magdalena