Vuelvo de Venecia, el viaje que me ha mantenido alejado de este blog y de los míos durante casi una semana.
«En sus memorias, Goethe nos cuenta, deslumbrado, sus impresiones de Venecia, ciudad donde permaneció desde el 28 de septiembre al 16 de octubre de 1786, paseando por las calles y plazas, navegando en góndola por los canales, contemplando el cielo y los monumentos, yendo al teatro y viendo y admirando en los palcos a las damas venecianas. Las góndolas le recordaban su infancia, ya que, según cuenta, su padre le trajo, de un viaje que acababa de efectuar por Italia, la diminuta y fiel copia de una de estas típicas embarcaciones. El pequeño Goethe quedó muy contento con el juguete y lo hacía deslizar por las bruñidas superficies de los muebles familiares.
Kosmas, como Goethe, quedó deslumbrado en Venecia mientras descubría, emocionado, la maravillosa ciudad insular, la soberbia república de los castores, y se decía que aquella ciudad no se parecía a ninguna otra, y que cuando los pueblos del norte, los bárbaros, estaban sumergidos en la ignorancia, Venecia era ya una ciudad civilizada, éclairée, habiendo sido siempre mimada por Rávena, y en todas las épocas.»
JOAN PERUCHO: «Las aventuras del caballero Kosmas»
Hoy Venecia sin ti, infestada de turistas, enamora, pero no tanto. En el siglo pasado, aquel privilegiado que llegaba a Venecia podía morir tranquilo de haber visto una maravilla del mundo. Hoy, pobre y decrépita, como todas las Ítacas, retiene parte de lo que tuvo, pero Venecia sin ti no es nada, nunca.