Me hago viejo

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Ya me acerco a los 40 y aún no me lo creo. Me sigo sintiendo como si tuviese 25 años, y me atrevo a afirmar que en mi fuero interno siempre seré un niño soñador. Pero jugando al futbito los años no pasan en balde.

Así que aquí estoy, cojo, con muletas, aguantando hasta el lunes para ir al médico por el dichoso examen de la asignatura. Días de reposo, vino y rosas.

Además, la inactividad en casa no me deja hacer nada, no me apetece nada nada. Estoy cansado y, en cierto modo, feliz. Feliz en la ignorancia y en la resignación. Como los tontos felices, qué lástima.

Prometo escribir más, pero el ser tonto feliz lo pone difícil.

P.D.: Ganamos el trofeo de futbito, aunque no creo que eso hace que la lesión valga la pena. A saber, rotura fibrilar en el gemelo izquierdo. Yo, que siempre me he opuesto al deporte. Aunque esto no era del todo deporte. Hay gente a la que no se le dice que no, aunque sea para ir al infierno, o al futbito.