Ya han salido los resultados de las pruebas de habilitación. Como era de esperar, yo no estoy. Se acabó mi aventura equinoccial. Dos compañeros han pasado y, aunque no está del todo claro, creo que tienen muchas posibilidades.
Siento cierta desazón, cierto regusto amargo, una suerte de desfallecimiento interior. Al menos luché, al menos lo intenté, pero no logré ninguno de mis objetivos. Quizá, tan sólo, acallar mi conciencia, y obtener esa resignación, más bien determinación, que uno debe hacer lo que cree que debe y estar convencido de ello.
Al menos gano. Gano por el color del trigo.