Hace poco me compré la película original. No por miedo a la SGAE, porque les tengo el miedo y el respeto que se merecen; pero hay películas y discos que quiero tener en todo su esplendor, y otras que me importan muy poco: ésas no las busco originales, ni pago por ir a verlas.
Me la compré porque cuando volviera de Barcelona sabía que iba a necesitar la épica. Tengo unas cuantas películas y libros a los que aferrarme cuando el mundo se desvanece bajo mis pies: El mejor, Casablanca, El señor de los anillos, La guerra de las galaxias (las viejas), La princesa prometida, Sin perdón, Capra, los hermanos Marx, John Ford en todo su esplendor, Javier Fesser, …
Me interesaba Alatriste porque me gustan los libros, a pesar de que algunos los cuestionen literariamente, y porque, en alguna medida, esa película es parte de la Historia de esta tierra desgraciada en la que vivo. Pero sabía que había poco de épica en la misma. Y aún así me la compré.
He visto 50 minutos, no he tenido tiempo para más, y es una película lenta, sosa, con muchas figuras que hacen papeles pésimos, y una buena ambientación. Pero ni rastro de la épica. Las frases que en los libros te ponían los pelos de punta («¡Cuartel, cuartel para mi compañero!», «No queda sino batirse») se pierden en una ambientación opresiva y desacertada, si es que aparecen. Todo son planos cortos, rápidos, para comprimir en 2 horas los 5 ó 6 libros. Se pierden los detalles para sostener una historia bastante aburrida sin hilación alguna.
La épica. Quizá esté demasiado influido por el cine americano, con esos grandes decorados digitales que nos regalan. En lo visto hasta ahora, echo de menos panorámicas del madrid de la época, impresionantes palacios, una vista aérea del sitio de Breda. Como esas escenas de La Princesa prometida, en que te recreas con Íñigo Montoya, con Westley, todas las escenas reposadas para que los diálogos cumplan su misión. O El Señor de los Anillos, con tres películas para recrearse en la historia. O las inteligentes historias de Capra. En Alatriste me falta grandeza por todas las costuras.
Aunque puede ser que en aquel tiempo en que teníamos a Europa y América y Asia cogidas por los huevos, mientras todos, verdes de envidia, nos preparaban la mortaja y la ponzoña, digo que quizá ni siquiera entonces tuvimos grandeza. Quizá siempre fuimos lo que somos: un país mediocre con gobernantes, políticos, nobles y curas mediocres, y una infantería hecha a todo que sólo sabe huir hacia adelante para ver si llega a ser un gobernante, político, noble o cura mediocre que ya no tenga que pasar penuria alguna. Tan solo la infantería de Alatriste (Copons y los personajes no estelares, y Echanove, quien por cierto me cae mal) está al nivel que esperaba: fiel, resignada y dura como la madre que la parió.
Quizá hasta en nuestra grandeza fuimos mediocres. Como ahora.
PD: Ahora me he leído La sombra de Ender, y continúo con sus sucesores y antecesores, que los tenía olvidados.