6 de mayo de 1997

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Una nueva página. Esta vez sí. Cambian muchas cosas, todo ha cambiado. Tras la terrible tormenta un suave y tímido amanecer va llenando de una luz gris y tenue esta macilenta aurora. Hay mucho desencanto, mucha guerra a las espaldas que a duras penas se le encuentra sentido. Queda poca esperanza; ahora está sustituida por un puñado de reglas obtenidas a base de dolor que sirven para navegar en este proceloso océano. Se ha perdido mucha suavidad, mucha magia, mucho encanto. Una lástima pero es así. Lo que tenga que ser será, y hasta entonces a jugar las cuatro cartas que nos quedan como mejor podamos. Y quizá, mientras tanto, amanezca un nuevo sol que llene de luz estos días grises.
Ahora ese amargo sabor de la pírrica victoria sobre el Señor Oscuro nos acompaña fiero recordándonos los errores. Francamente estos días no he estado demasiado inspirado en la confección de estas páginas. Cuando las concebí, cuando las pensaba, las palabras eran bastante más bellas. La estética siempre quiere ser sencilla, poco recargada, lo esencial. A ver cómo prosigue esto. De todas formas, 1996 fue el primer año de mi vida al que le puse la etiqueta «para olvidar» y 1997 es mi año.

Algo va a ocurrir. Como volver a ser un niño.