Sueños bastardos

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De vez en cuando uno se queda a solas, en un laboratorio abarrotado de alumnos, ensimismado. Reflexiona acerca de adonde está, de adonde le gustaría haber llegado.

Paso por delante del laboratorio de Física Cuántica, y rememoro algún que otro porqué. Yo soy físico, por afición, devoción, vocación y casi profesión. Yo soñaba con ser físico teórico o astrofísico, e investigar en una universidad, hacer cosas grandes.

Pero llegó un momento, en 3º, en que tuve que elegir la especialidad. Teóricas o electrónica e informática. Había que comer, y uno tiene que ser consciente de sus limitaciones. Cogí el camino fácil. Gracias a ello conseguí volver, dos años después de acabar la carrera, a la Facultad de Físicas, y ser profesor aquí e investigar, aunque poco y mal. Qué paradoja. Si hubiese seguido mi sueño ahora sería profesor de instituto o a saber qué, pero no estaría en la universidad. Era demasiado mediocre y había muchos y muy buenos candidatos. Seguir esa especialidad bastarda, que ni amaba ni amo, me permite estar aquí, me permite cumplir un sueño aproximado, bastardo, paralelo.

No sé si acabaré aquí, se me acaban las fuerzas y esto no ofrece consuelo alguno. Yo tengo mi Ítaca particular, y planeaba a esta edad quitar trapo y descansar un poco. Pero la vida me ha enseñado que eso es imposible, y en su lugar no hago más que largar y largar más trapo cada día, pelear más y más para no llegar a ningún sitio, perseguir un navío inalcanzable. Hasta que se rompa el palo mayor o me rinda y abandone. Pero, ¿qué otra cosa podemos hacer?