Arena en el engranaje

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Como una norma de supervivencia, de evolución, uno acaba aceptando el sistema, obedeciendo esa sarta de reglas injustas, impuestas a base de tiranía y egoísmo, y consigue pervivir en este mundo un día tras otro. No es una mala solución, y al parecer es una de las pocas, si no la única que funciona. Uno acepta las normas, por injustas e inicuas que sean, comulga con ruejos de molino y sobrevive, rengando cada noche de sus principios, que se agostan junto a la lumbre.

Pero no hay que perder la esperanza, no hay que tirar los principios. Todo puede cambiar y ser más justo, y si no lo hace es porque no le hemos intentado bastante. Tenemos que seguir luchando en nuestro fuero interno, seguir siendo esas tuercas, esa metralla que vagabundea por dentro de esta temible maquinaria, con la esperanza de que alguna vez podamos hacer saltar todo por los aires. Los engranajes nos trituran casi siempre, pero quizá alguna aurora vea nacer un mulo, un mutante que cambiará todo esto, para bien o para mal, pero cambio al fin y al cabo.

Nunca hay que perder la esperanza de poder ser arena en el engranaje.