Río sin retorno

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Acaban las navidades y vuelta a la rutina. El año empieza como acabó el otro, sumido en el mismo tráfago incontenible. No es de extrañar: el hacho de que cambiemos de año no significa nada, los separa una misma, tenue noche que, si nadie nos advirtiera, parecerían dos días similares.
Pese a que nada cambia, todo ha cambiado. La llegada de un hijo te cambia todo, pese a que nada cambia. Y la vida sigue golpeándote incansablemente, sistemáticamente; a veces te da por pensar y te rebelas y haces promesas, espero que esta vez para cumplirlas pero la vida es incontenible.
Tenemos mucho que escribir, y siempre poco tiempo y pocas ganas. Pero empecemos el año, y que éste no acabe con nosotros.