Sábado en la noche

en

Sábado por la noche. Momento de insondable melancolía, de un dolor indescriptible, de esos que sólo un poco de alcohol puede producir. Hora de escuchar a Los Secretos más atávicos, más entregado al desamor, al dolor, Los Secretos más secretos. Quiero beber hasta perder el control. No me falles. Déjame. Por el túnel. Hoy la vi.
Momento de recoger velas durante una noche, contemplar la luna llena rielando en la lona, decidir que todo fue una lástima, una confabulación aviesa del destino la que nos hizo hollar estos paraísos, y a la vez contemplar esos paraísos perdidos, más dolorosos aún porque perdidos no significa perdidos sino jamás conocidos.
Todo fue una lástima. Quizá en otro tiempo y otro lugar nuestra realidad sería otra, tan amarga como la que hoy degustamos y hasta resabiamos; pero otra, al fin y al cabo, que es lo que importa. Nadie puede evitar recordar viejas fotos, que pronto estarán en la bitácora, con una galería de los tiempos perdidos. Recordar lo que fue, lo que pudo haber sido. Cada fin de semana acariciar un sueño y sentir que él te acaricia y no estar seguro de nada, ser un puro adolescente y llorar como amargamente nunca lo has hecho.
Porque a pesar de todo eres feliz y no debes tentar a la suerte. Y aun así te lo preguntas cada vez, y sueñas con Los Secretos: No me imagino, Sucedió al revés, En la ciudad, Ráfagas, Buena chica, Sin dirección, Volver a ser un niño, Sobre un vidrio mojado, Por el túnel, Cerrar los bares, Callejear, nada más, Si te vas, Quiero beber hasta perder el control, No digas que no, Volver, No supe qué decir, Otra tarde, Nacional VI, Ella me dijo, Ojos de perdida, El primer cruce, No me falles, Déjame.
Adiós. No sabéis cuánto os necesito, cuánto necesito la esperanza, Los Secretos, los sueños que mal maté y peor enterré, los amores que no amé.
Qué injusto es todo. Llegaréis a viejos para descubrirlo.
El mundo es del cristal (era) con que se mira.