Hoy, 28 de septiembre de 2005, aún no sé con certeza que pasará con mi contrato el 1 de octubre. Ya dije que no dudo de que esta universidad me renueve, y no tengo miedo a que me eche, ya que no les importo un pimiento. Soy uno más de esos uno, sin sombra y sin sueño, un solitario que avanza sin camino y sin espejo. Por tanto nadie se molesta en acabar conmigo ni en brindarme su favor. Porque no les importo. A veces, las pocas, eso es bueno.
Pero lo que me duele es la incertidumbre. Ese no saber nunca qué va a ser de ti. Esa agonía que se prolonga eterna como horizontes sin alma. Ese juez sin rostro que pospone sine die tu ejecución sin saber cómo acabará todo, aunque todos acabamos muriendo.
Pero me gusta controlar mi momento de muerte; saber cuándo puedo hacer mutis el foro. O no saberlo, y confiar en que sea un accidente, una casualidad, una traición…pero nunca en manos usurpadoras e inmerecedoras.
preferiría que me echaran de una vez. Al menos reharía mis filas y plantaría batalla en otro sitio, con una incertidumbre en manos del destino, de la fortuna, de los hados, del maligno. Pero nunca en manos de los hombres a los que no les importo. Eso no.