Abandonar

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Hoy estaba muy cansado. Agotado anímica y mentalmente.
Tanto que tenía asumido ya abandonar todo esto, tratar de vivir mi vida por mí mismo, y no ceder a chantajes.
Hoy es 20, mi contrato acaba el 30 de septiembre y nadie me ha dicho nada. Creo, sinceramente, que me renovarán, pero dice poco en favor de esta institución ese abandono, esa despreocupación que es márchamo propietario de la UV. Cada vez tengo menos ganas de hacer buena cara, decir gracias y por favor, y no gritarles que esto que hacen no está bien, y que en otro tiempo o lugar, más civilizado, hubiesen sido castigados ejemplarmente en escarnio público. Pero éstos son los tiempos oscuros, extraños, perversos que nos toca vivir.

Hoy he decidido que me voy. Tarde o temprano, con plaza o sin ella, saldré por la puerta de atrás, sin cajas destempladas espero. Y me iré a vivir un tiempo, no sé cuánto, con mi esposa y mi prole, a un país civilizado en el que me limite a trabajar y preocuparme por lo que merece la pena, y me aleje de esta guerra tercermundista, esta guerra de guerrillas en la que vivo inmerso día a día, siempre alerta, nunca en sosiego. Esta vida en la frontera que acaba por devorarnos a todos y a todo.