Carta a la plataforma de ayudantes

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Estimados ayudantes y sin embargo ayudantes:
Estoy en esta desagradecida universidad desde 1994, mal pagado y peor agradecido. Como algunos, estoy aquí por vocación, y eso me ha costado mucho económica y personalmente. Es cierto que esperaba ser funcionario, aunque no era ése mi fin. Cuando la LOU se materializó, descubrí que estaba jodido. Me uní a la plataforma de ayudantes para pelear por mi causa, y me di cuenta de que estaba muy jodido.

Esta plataforma de ayudantes vive en un mundo irreal, creo que intensamente influida por los seriales de televisión y los teletubbies. Jamás ha tenido clara una negociación; más bien siempre ha suplicado y jamás ha obtenido nada porque no ha sabido alcanzar una posición de fuerza. Nos han vendido sistemáticamente rectores, vicerrectores, universidad, sindicatos y políticos. Cualquier demostración de fuerza por nuestra parte era considerada por la propia plataforma como un ataque impermisible contra la universidad que había que evitar.

Durante medio año asistí a asambleas mojigatas, reuniones y concentraciones para poner caras a los afectados, nombres y apellidos a los problemas, presionar psicológicamente. Sólo nos faltó cogernos de las manecitas, encender los mecheros y cantar «dudua».

Creo que no lo tenéis nada claro. Es más, es algo más profundo,: creo que no os enteráis de qué va todo esto. A la vida, me refiero. Ahora me explico el porqué de este país tan desgraciado, porque aún tenía confianza en que la gente con algo de formación tuviera las ideas un poco más claras. Reverte, aquí sólo nos salvan los Nicolás Marrajo, la piel del tambor, la gente del alambre. Olvídate de los intelectuales.

Esto de presionar psicológicamente, de vestirnos como Némesis para que azuce su conciencia, de imprimir panfletos (que no libelos) y de salvar al mundo como la madre Teresa de Calcuta o Ghandi sirve de bastante poco. Porque hoy nadie hace nada por presión psicológica, caridad o amor. Y menos los políticos o rectores y los mierdecillas que penden de sus chaquetas.

Si no eres un problema, no eres nada. Si no te pones en huelga, si no inundas los periódicos con noticias y entrevistas sesgadas defendiendo tu causa y torpedeando a los otros, si no los coges por los huevos y los retuerces mientras ellos hacen lo propio con los tuyos, no estás en posición de negocier nada con nadie.

Pero es que esto ha sido toda la vida así, es lo que me sorprende. Que se olvide tan pronto que la vida es tan básica, atávica y visceral. El mundo funciona así, y desde que sales al mundo estás dándote hostias con todo el mundo, desde el lechero hasta el municipal. Que no les demos las suyas al rector es lo que me sorprende.

O a lo mejor es que le tenéis tanto apego a vuestro modus vivendi que no queréis arriesgarlo. Que no me quiten lo qu tengo, pero que me den más, que soy buen chico, fiel y servicial. Quien no sabe desprenderse de algo valioso cuando es preciso tendrá problemas.

Pensando como pienso (lo que no significa que tenga razón), podéis comprender que todo lo que hacéis me parecen capulladas y que prefiero hacer la guerra por mi cuenta, en plan francotirador cabrón. Eso tampoco significa que no ofrezca mi ayuda; pero tengo que creer en lo que hago.
Y hoy por hoy no creo en lo vuestro, sólo creo en la ley de Murphy.