Fue un destino nefasto el que la llevó a él. Pues es una doncella hermosa, la dama más hermosa de una estirpe de reinas. Y sin embargo, no encuentro palabras para hablar de ella. Cuando la vi por primera vez y adiviné su profunda tristeza, me pareció estar contemplando una flor blanca, orgullosa y enhiesta, delicada como un lirio; y sin embargo supe que era inflexible, como forjada en duro acero en las fraguas de los elfos. ¿O acaso una escarcha le había helado ya la savia, y por eso era así, dulce y amarga a la vez, hermosa aún pero ya herida, destinada a caer y a morir? El mal empezó mucho antes de este día.
Vulnerant omnes, ultima necat. En plena caída hacia el otro lado fue el atisbo de un sueño, por un tiempo sembró de esperanza una época de tinieblas. Por un tiempo volví a ser un niño, descubrí que mi corazón era el de un niño y que la magia habitaba en él como lo hizo mucho tiempo atrás. Pero el Señor Oscuro era muy poderoso, demasiado para mí en aquel momento y la semilla no germinó. Fueron tiempos duros, extraños. Fue el último sueño antes de la última batalla. Vencido por ahora el Señor Oscuro, la luz alumbra las ruinas que quedan en mi interior, por donde han pasado miedo y dolor arrasando mi interior y dejando un lóbrego vacío. La guerra todavía no ha terminado. Y en plena caída, el corazón que desfallecía entonó sus cantos del cisne para caer en la más terrible oscuridad. Sólo ha sido un sueño, cerillas en un apagón. Pero gano por el color del trigo. Gano por Madrid.
No todos los cuentos están terminados, hasta hay cuentos no escritos. Quedan más cosas por ahí. Queda un hombre que compra sueños, es un pequeño libro precioso acerca de la vida. También hay otro libro de un futuro y una guerra quizá no muy lejanos. Tampoco están terminados porque faltaba lo más importante para escribir: el corazón. Se escondió en su alta torre mientras la razón hacía guardia para protegerlo. Ahora es una fortaleza inexpugnable. Poco a poco volverán las ganas de escribir, eso espero.
Una vez me preguntó por qué todos mis cuentos eran tristes, todas mis historias eran tristes. No tengo respuesta para eso. Creí encontrarla en El Señor de los Anillos, cuando dice que todas las historias de la Tierra Media son historias tristes. Así son las mías, porque no todas las lágrimas son malas.