Un poco huérfano

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Hoy tengo una sensación extraña. Como si definitivamente alguien hubiese desparecido de mi vida, esa sensación de pérdida irreparable, de asunción de la desgracia, del infortunio, de la fatalidad, una suerte de inefable tristeza porque ya no estás ahí, porque te he echado de mi vida.

La cuestión es que tampoco nunca estuviste ahí: bailé con tu recuerdo, dormí con tus fotos, pero no tuve tu amor ni tu cuerpo ni tu tiempo ni tu vida. Al final nada fue real, tú quizá no eras real, sólo un sueño, un delirio, una fantasía de un corazón que se muere por latir acompasado al tuyo. Pero no.

Por eso esa sensación de pérdida, de desdicha, de tristeza. Esa sensación de que no valió la pena, de que hay que resignarse a no poder nunca lograrte, alcanzarte, tenerte.

Perdón por tristeza. Es que me acuerdo de lo que no fue.