Por si a alguien no le ha quedado claro, en estos momentos de mi vida me he rendido.
Curiosamente, no significa que haya dejado de luchar: lo único que he aprendido es que solamente luchando a muerte se puede conseguir algo, que no se puede confiar en la suerte o en un alien divino que nos haga soñar. No; sigo luchando, pero ya no espero nada.
Tengo unos cuantos frentes abiertos, y otros que se abrirán en breve. Y, como los grandes estrategas, voy desviando mis fuerzas hacia donde van a hacer falta, hacia donde me juego posiciones que me permitirán mantenerme a flote en esta vida. Un poco triste pensar sólo con la cabeza, pensar en comer y en garantizar el bienestar, a costa del corazón, de los sentimientos. A costa de no ser uno mismo o de no buscar, no encontrar la felicidad.
Y es que para mí la felicidad no son casas, coches, teles, dinero, ropa, viajes. Para mí la felicidad, mi ansiada felicidad es encontrar un lugar y un momento, una situación y unas personas que te hagan estar en paz. Que tu alma, tu corazón y tu mente encuentren sosiego, dulzura, consuelo. quizá piedad. Nada más. Aunque sé que pido demasiado.