Una crisis mal gestionada me llevó a mí, misántropo ejemplar, a intentar sacar mi maltrecho, inexistente, ineficaz lado social. Fue un error, un grave error.
Pese a ello, he conocido a gente maravillosa que de otra forma no hubiera conocido, y anhelo escaparme de cena por ahí y partirme de risa hasta que me duelan las muelas. Gano por el color del trigo.
Aunque necesito media noche. Para dar explicaciones, para hablar con el corazón en la mano, para aligerar todo ese peso que me hunde desde hace mucho tiempo, casi desde cuando nací. A pesar de todos los riesgos.
Me queda poco tiempo, y volveré a mi agujero en soledad, a seguir odiando y viviendo sin nada ni nadie. Así hay menos problemas.
P.D.: Impagable ayer la imagen, física y mental, de apagar la luz del despacho, salir al pasillo oscuro, mientras el reverbero de la luz de los monitores daba con su mortecina luz cobijo a la voz de Andrés Suárez, sonando en la penumbra, «Represento a todo hombre enamorado. Cuando llueve me imagino en tu sudor. No sé cuál es tu lado de la cama, el humor de tu mañana, si sabrás de esta canción. Si es así atrévete a decir que no es amor.«, y la música y la voz se difumina mientras me alejo por el pasillo hacia el coche. Momentos como ese ayudan a tener esperanza de que algo cambiará alguna vez, y seremos felices, aunque sea por un rato.