Café amargo

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Acabo de tomar un café y hablar un rato con Emilio del marasmo generalizado que nos ahoga fiero. Se sigue confirmando mi sensación (y no suelo equivocarme): esto se hunde.

Me queda la sensación de que el suelo desaparece bajo mis pies, y siempre milagrosamente me aferro a las raíces, hago pie y voy un paso adelante, pero todo se desmorona y prolongo mi agonía, incapaz de alcanzar tierra firme, o aguas seguras.

Cada día el café está más negro, más amargo, más fuerte. Justo como a mí me gusta