Al vuelo, Quique González
Si no tuviera roto el corazón,
si no tuviese el corazón desvencijado como lo tengo
podría amarte como una vez fui capaz de amar,
como nunca te han amado;
podrías ver cómo fui, cómo era,
con todo lo que fui,
con todo lo que tuve;
si no tuviera roto el corazón.
Si no lo tuviera roto,
ya te digo que lo tengo quebrado y roto y enterrado,
te cogería de la mano,
volaríamos por entre las nubes.
Pero duele contar cómo,
cómo se abrió una enorme herida
por la que se me escapó el amor, aun la vida, a borbotones, como un río;
cómo me vacié hasta quedarme en lo poco, en lo nada que soy ahora,
ni sombra de lo que fui cuando era capaz de amar.
Si no tuviera roto el corazón…
Permiso para aterrizar, Quique González